Se denomina canto lírico al conjunto de técnicas vocales que son
utilizadas para cantar en la música docta. El término “lírico”, proviene de la
palabra “lira”. La lira es un instrumento de cuerda clásico, con forma de
ábaco, y que servía para acompañar al cantante en la antigua Grecia, tanto en
canciones como en relatos sobre héroes. El canto lírico se distingue del canto
popular, entre otras muchas cosas, por la extensión vocal del cantante. La tesitura
de una voz se puede distinguir por un buen timbre y un volumen considerable.
El canto nació junto al hombre, junto con el primer
síntoma del habla. En un principio, fue una forma más compleja del lenguaje,
probablemente inspirada por el culto primitivo. Hay quienes afirman que el
canto existió antes del lenguaje, al igual que existe en especies inferiores al
hombre, por ejemplo las aves. El canto suponía una mejor forma de comunicarse en
grandes distancias y, además, se dice que el canto es el predecesor del
lenguaje debido a que transmite emociones y sentimientos en vez de contenidos
textuales y objetivos, sistema que es más complejo y sucedió después. Más
adelante, el canto se adaptó a las necesidades de las religiones, siendo estas influídas
y condicionadas naturalmente por distintas lenguas e idiomas, lo que supuso múltiples
maneras de emitir la voz. La aportación más valiosa de la Iglesia Católica al canto lírico es,
posiblemente, el canto litúrgico y su desarrollo en siglos posteriores, antes
de finalizar la Edad Media. Hacia el final de este mismo período, en Europa aparece
un tipo de canto profano. Debido a la improvisación libre del siglo XVI, se
asentaron los principios técnico-vocales para el amplísimo y distinto
desarrollo que tuvo el arte del canto a partir del siglo XVII, con el surgimiento
de la ópera, el
oratorio, la cantata y el
aria. El canto tuvo un desarrollo
musical muy fructífero durante ese
periodo y la principal preocupación era la expresión y la comprensibilidad del
texto.
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