En sus orígenes, la
notación del canto gregoriano servía simplemente para ayudar al intérprete a
recordar cómo debía sonar la melodía y para enfatizar la expresión vocal, pero
no se trataba de una escritura muy exacta y precisa, ese concepto es mucho más
moderno.
Dado que estas obras
solo eran cantadas en el ámbito eclesiástico y generalmente no estaban
escritas, existía el riesgo de que se perdieran y fueran olvidadas. Para
solventar este problema apareció Guido d'Arezzo (900-1050) filósofo y monje
benedictino que sentó las primeras bases de la notación musical.
El canto siempre se
ha enseñado sobre las cuerdas que respectivamente se han juzgado fundamentales,
y Guido siguiendo el camino de los griegos que utilizaban el tetracordo,
desarrolló su técnica sobre el hexacordo (escala de seis sonidos con orígenes
griegos). Para ello tomó las primeras seis sílabas del himno de San Juan
Bautista para dar nombre a las notas de su escala:
UTqueant laxis
REsonare firbis
MIra festorum FAmuli
tuorum
SOLve polluti LAbii
reatum
Con el paso del
tiempo, la nota UT fue nombrada DO y en el siglo XVI se incorpora la nota SI utilizando las
iniciales del mismo apostol (Sancte Ioannes).
Una de las mayores
aportaciones del solfeo de Guido fue el desarrollo del tetragrama, conjunto de
cuatro líneas y tres espacios que precedieron al pentagrama actual.
Respecto a la altura
de los sonidos, esta se indicaba por la colocación de las notas en el
tetragrama, siempre con la posibilidad de emplear líneas adicionales. Las
antecesoras de las claves actuales fueron unas líneas concretas del tetragrama:
una de color amarillo que identificaba la nota UT y otra de color rojo que señalizaba la nota
FA y permitían la orientación en el tetagrama, posteriormente, estás líneas de
color evolucionaron transformándose en claves que podían situarse en la
segunda, tercera o cuarta línea.
En cuanto a las
figuras musicales utilizadas en el canto gregoriano, existían tres básicas y
primitivas que precedieron a las actuales:
Virga, cuya traducción es ''vara'' |
Punctum quadratum, cuya traducción es ''punto cuadrado'' |
Punctum inclinatum, cuya traducción es ''punto inclinado'' |
Fue en el siglo IX
cuando aparecieron los neumas, signos que se
movían hacia arriba y hacia abajo en el tetragrama tratando de representar los movimientos que
realizaba el maestro de coro con la mano al dirigir a los intérpretes.
Existían cuatro tipos de neumas:
- Los neumas simples
- Los neumas compuestos, que estaban formados por la unión de neumas simples para una sola sílaba
- Los neumas especiales que podían ser: semivocales, pressus o quilisma
- Los neumas de adorno que podían ser: strophicus, oriscus o birviga y trivirga
Y por último, los signos de pausa que
iban apareciendo según fuera la estructura del texto:
- La línea divisoria mínima, que separaba las partes menores en las que se dividía el texto y no conllevaba respiración
- La línea divisoria menor, que separaba los miembros de la frase y casi siempre conllevaba respiración.
- La línea divisoria mayor, que separaba las frases unas de otras, obligaba a respirar y equivalía a un silencio con duración de una nota simple.
- La línea divisoria doble, que indicaba generalmente final o aportaba un sentido musical final para cerrar una frase. Equivalía al silencio de una nota simple, a veces un poco más extenso.
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